viernes, 15 de octubre de 2010

The gooners

 Extracto del libro "Naughty Nineties" de Martin King y Martin Knight, publicado en 1999, con introducción de Irvine Welsh. Publicaré el capítulo entero dedicado a los hooligans del Arsenal en varias entregas. Traducción de "La banda Izquierda"
"Se está desarrollando una fuerte cultura alternativa al clásico comportamiento agresivo que tenía el fútbol hace una decada" Football Supporters Association en The Guardian, 12 de Noviembre de 1990
 La primera vez que puse un pie en Highbury fue por un Arsenal-Manchester United a finales de los sesenta. El partido laborista estaba en el gobierno, "Coronation Street" era el programa más visto de la televisión, los Bee Gees volaban en las listas musicales y el United era el mejor equipo de la época. Nunca cambia nada. Al partido fueron otros chavales del sur de Londres, aquellos que supongo se convertirian en los primeros Cockney Reds. Como ya he contado en otras partes, aquel día se llevaron unas cuantas bofetadas.
 Volví varias temporadas más tarde, esta vez con el Chelsea y recuerdo que los chavales del Chelsea cantaban una canción que decía algo así como:
"Bertie Mee said to Bill Shankly/ Bertiee Mee le preguntó a Bill Shankly
Have you heard of the North Bank, Highbury?/Has oido alguna vez hablar del North Bank de Highbury?
Shanks says no, i don´t think so, / Shankly dice no, no me suena
But i´ve heard of the Chelsea aggro". / Yo sólo he sentido la violencia de Chelsea"

  La canción resultó, incluso, divertida, si no fuera porque estaba un poco desfasada en el tiempo. En aquellos días el Arsenal tenía una mob formidable. Guiados de Johnny Hoy (que ahora tendrá como sesenta años), entre finales de los años sesenta y los primeros setenta estuvimos entre las "Top firms" del país. Recuerdo como Johnny, con sus chavales, expulsaron a los del United del North Bank, esa imagen siempre la llevo conmigo. Skinheads, tirantes, levi´s y Dr. Marteens, un look que se veía con normalidad en las gradas, pero que en esta mob adquiria un aspecto verdaderamente estiloso y minucioso. Vestían camisetas de Ben Sherman, pantalones Levi Stra-prest, en ocasiones bufandas negras y elegantes mocasines que resonaban en la grada porque la puntera estaba reforzada con punta de acero. Algunos de los chavales más grandes donde yo vivía, como Steve Harris, Stan Jackson y los hermanos Millet, seguían a los Gunners en casa y de viaje y recuerdo que siempre les escuchaba muy atentamente cuando escuchaba las historias de sus movidas por todo el país.
 El campo del Arsenal no era nada aburrido y era fácil comprender como muchos skinheads de la época se sentían atraidos por el equipo. Antes que nada por Charlie George. Era nuestro delantero, fuerte, cabello largo y estaba claro que sólo por un capricho del destino y por tener un poquito más de calidad en sus botas que la media general, no había acabado junto a nosotros en el Shed o en el North Bank pegando puñetazos. Después estaba Johnny Radford, uno de sus compañeros de equipo, el lucía un tatuaje sobre el brazo, que lo identificaba con la grada. Después, por un breve periodo, el George Best escocés, Peter Marinello, que tenía por aquel entonces el mundo a sus pies, podía haber jugado donde hubiese querido y prefirió quedarse con los Gunners.
 Algunos años más tarde estabamos como sardinas en lata en la parte cubierta de la Shed, con la intención de resguardarnos del hielo y del frio en una noche invernal. Estábamos todos cantando a los  aficionados del Arsenal que se encontraban en la grada descubierta del North Stand. Entre otras cantamos: "You´ll never take the Shed", como si fueramos seguidores del Chelsea. Teníamos mucha cara cantando eso, porque los del Chelsea vinieron muchos años a nuestra grada sin encontrar la más minima oposición en forma de puñetazos. Pero aquella noche nos acercamos al fútbol de los inicios y nos quisimos hacer notar. Los del Chelsea pensarían que nos vendriamos abajo de un momento a otro. Eccles y los hermanos Webb estaban muy a gusto mirando todo lo que teniamos debajo de nosotros. "Escanearon" toda la multitud de la grada en busca de señales del enemigo.

 Me recoloco el cuello de mi Harrington tratando de vencer, en vano, a las condiciones meteorológicas y observo la lluvia caer sobre la pista de carreras de perros que rodea el campo. Los equipos aparecen sobre el terreno de juego acogidos por un público extrañamente silencioso, pero no tiene nada de malo protegerse un partido de la lluvia. Quizás es por esto por lo que el resto de aficionados del Arsenal no vinieron al Shed, tener que guardar silencio bajo la lluvia no es una cosa muy divertida. 
 Nadie aplaude a los equipos, prefiriendo meter las manos en los bosillos por unos minutos para meterlas en calor. Los chavales del Shed cantan "Arsenal donde estais?Arsenal donde estais?" flexionando constantemente su brazo con el puño cerrado. 
"The Ar-se-nal, The ar-se-nal". Un hombre sobre la treintena y un inconfundible aspecto mediterráneo se desliza sobre una valla y se planta para desafiar a la Shed. "The Ar-se-nal, The Ar-se-nal" continua gritando, con la cara cortada por el odio y los músculos deseando soltar adrenalina. Agita un paraguas e invita a toda la Shed a buscar pelea: "Venir Chelsea, estamos aquí en vuestra jodida grada!".
 Los del Chelsea se quedan flipados. Un hombre sólo! Después algunos skinheads se prepararon, desabrochando simultaneamente los botones de sus crombies, como si se trataran de un grupo soul de Filadelfia en los años setenta y tuvieran que subir a escena. ¿Y después? Bajo los abrigos fueron apareciendo un montón de bufandas rojiblancas del Arsenal. Los del Chelsea hacen un amago de carga, pero el número de su enémigo continua creciendo, segundo tras segundo. Se continúan viendo más y mas bufandas rojiblancas. Lo que está sucediendo en el rectángulo de juego no tiene ya la más minima importancia porque la actividad de una grada hasta arriba de gente es un espectáculo impagable. También entre nosotros y el resto de los Gooners se abrió un espacio de varios metros, oliéndonos la posibilidad de abandonar en aquel momento la Shed.
 Nuestro "jubilado" gentleman "griego" continua dando golpes usando el paraguas como si fuera una porra. Digo "jubilado" porque la edad media de los chavales de la Shed, estaba en torno a los 17 años. No esperaban verse de frente contra un hombre de más de treinta años, un hombre que podría llegar a ser padre de todos ellos. Pero de cualquier modo, no fue la edad lo que más les impresionó, si no la fuerza letal que se veía en un hombre que, en aquel momento, se creía el centro del mundo. 
 Y se dan cuenta de que somos cientos del Arsenal a los lados de la grada. Quizás fue un golpe de suerte porque cuando Eccles planeó la conquista de la Shed muchos ni nos habiamos visto anteriormente. Tengamos también en cuenta que muchos no habiamos abandonado aún la escuela y la peña que pasaba de los 18 años nos parecía todos ya viejos. Con aquel hombre de 30 años y nosotros a los lados, los del Chelsea escaparon y nosotros ocupamos todo el espacio libre. La Shed había sido conquistada y los del Chelsea tuvieron que ver aquel partido en la grada donde caía la lluvia.

Continuará...

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