viernes, 28 de junio de 2013

La pelota se mancha y también se lava

En el último mundial de fútbol jugado en Sudáfrica, unas 3.200 millones de personas siguieron la competición a través de la televisión, lo que representa casi el 50 por ciento de la población del planeta. Según cifras proporcionados por la FIFA, en todo el globo existen casi 40 millones de futbolistas federados, 5 millones de árbitros y otros tantos directivos ligados a este fabuloso deporte. Todo eso representa un asombroso despliegue de pasión y color, pero fundamentalmente configura un incalculable negocio para los que tienen la sartén por el mango y para todos los que ayudan a cocinar la sopa.
 En Argentina, actualmente se investigan 444 transferencias de futbolistas de clubes nacionales, sospechosos de triangulaciones espurias, evasión impositiva grave y lavado de dinero. Se ordenaron allanamientos en varias ciudades de nuestro país, en Chile y en Uruguay, que son los vértices cruciales de estas maniobras de defraudación al fisco. Son diez los detenidos e indagados en esta causa que lleva adelante el juez federal Norberto Oyarbide y hay cinco personas prófugas. Y en el medio aparecen nombres que los relatores rosarinos y santafesinos mencionan todos los fines de semana. 
 Detrás del sudor de los jugadores y de las emociones de los hinchas, se mueve un ejército de empresarios, representantes y especuladores que desde fines de los años 80 vieron en el fútbol un terreno fértil para el crecimiento de sus cuentas bancarias. Con la connivencia de los más altos jerarcas de este deporte y la complicidad de la gran mayoría de los dirigentes de los clubes, se fue tejiendo una red financiera que mueve millones y millones y que se instaló como un orden natural dentro del fútbol. Y hasta fueron entrenados los hinchas, que esperan con más ansias un pase millonario que un gol al ángulo del número nueve que defiende sus colores.  

El triángulo de los pantalones cortos

El defensa Santiago Vergini se formó en Vélez, en 2009 pasó a Olimpia de Paraguay, luego al Hellas Verona de la segunda división de Italia y de ahí cedido a Newell’s, donde acaba de coronarse campeón. Sin embargo, sus derechos federativos están inscriptos en el club Fénix de Uruguay, donde el espigado zaguero oriundo de Máximo Paz, obviamente, nunca jugó. Como en todos los casos de triangulaciones, su representante fichó al futbolista en una institución que le permite bajar al mínimo las cargas impositivas y de esa manera el dinero de las transferencias ingresa prácticamente sin deducciones al bolsillo del intermediario. El agente de Vergini es Claudio Curti, titular de la firma IMG y uno de los investigados por la Agencia Federal de Ingresos Públicos (Afip).
 “Yo no sé nada, todo eso lo maneja mi representante”, alcanzó a murmurar Vergini cuando explotó la causa. Debido a esta situación de irregularidad, el defensa no jugó el partido con Belgrano de Córdoba del Torneo Inicial 2012 “por recomendación de la AFA”, según informaron en Newell’s. El zaguero ya lleva dos préstamos en la Lepra (el segundo vence el 30 de junio) y los dirigentes rojinegros están ante una encrucijada ahora que deben negociar la compra definitiva de su pase.


Un caso parecido es el del arquero Sebastián Peratta, cuyo derechos federativos figuraban hasta hace poco en el Locarno de Suiza, un club fantasma que saltó a la fama tras convertirse en un verdadero paraíso fiscal para los mercaderes del fútbol. Desde 2010 el pase del ex Vélez pertenece a Newell’s, que le pagó 600 mil dólares a Fernando Hidalgo, otro de los intermediarios investigados. Hidalgo creció a la sombra de Gustavo Mascardi y así fundó la empresa de representación de deportistas HAZ (Hidalgo, Arribas, Zahabi) Sports Agency SA, que también hace grandes negocios en el automovilismo. Bajo el ala de Hidalgo luego creció Miguel Ángel Pires, el famoso apoderado de Juan Sebastián Verón.
 Fernando Hidalgo también representa al ex defensa de Rosario Central, Guillermo Burdisso, que acaba de ser declarado prescindible en Boca. Ante las investigaciones y los allanamientos a su empresa ordenados por el juez Oyarbide, el intermediario salió a decir que “el pase de Burdisso se hizo un mes antes de que salieran las triangulaciones y se hizo todo en regla”.
 Otros casos relacionados al ámbito doméstico: los derechos federativos del delantero Juan Manuel Cobelli y del mediocampista Federico Vismara fueron asentados en el ignoto Sudamérica de Uruguay; el delantero de Colón, Emanuel Gigliotti, y el ex defensa de Newell’s, Cristian Lema, en Fénix; por Chile pasaron los pases de Marcos Figueroa y Javier Toledo. Una perlita: cuando Gabriel Heinze pasó de la Lepra al Valladolid de España, en 1997, su pase fue inscripto en la Liga Lobense de Fútbol para evadir impuestos.   

Paraísos hechos pelota

La mayoría de los clubes investigados por el flamante Registro Dinámico de Paraísos Fiscales Deportivos son de Montevideo: Fénix, Bella Vista, Cerro, Ranger, Rampla Juniors, Boston River, Sudamérica y Progreso. El chileno Unión San Felipe y el suizo Locarno también figuran al tope de las sospechas, que a esta altura son más que certezas. ¿Qué es un paraíso fiscal en el mundo del fútbol? Son aquellas instituciones, generalmente de poco o nulo prestigio deportivo, que sacan mayor rédito del flujo de dinero que de los intereses que éste genera. Intervienen en operaciones varias veces millonarias que involucran a jugadores de elite, que obviamente nunca pasan por sus filas. 
 En una triangulación también se puede ocultar el verdadero valor de venta. Por ejemplo: un  jugador llega al club puente por 5 millones de dólares y al poco tiempo arriban a la institución en la que finalmente jugarán por el doble de dinero.
 Si esta operatoria se viene desarrollando a la vista de todos desde hace dos décadas, ¿por qué ahora esta avanzada judicial? Puede interpretarse como una extensión de la política fiscal del gobierno nacional para recaudar los dólares que necesita para cumplir con sus obligaciones. También puede razonarse que el estado, en su sociedad con la AFA a través del Fútbol Para Todos, le apunta a estas estafas al fisco para seguir sustentando el programa de televisación de partidos.
 El caso que desencadenó el escándalo fue el de Jonathan Bottinelli, el futbolista que quedó procesado por “tentativa de evasión tributaria”, tras detectarse que su pase fue producto de una triangulación con el club Unión San Felipe de Chile. La bola se fue haciendo cada vez más grande, involucrando a 444 transferencias de jugadores. La Afip les bloqueó el CUIT a 146 representantes, se realizó un mega procedimiento en la Superintendencia de Entidades Financieras del Banco Central, donde fueron detenidos el inspector general de control de cambios, Leandro Sixto, y la inspectora senior Patricia Juárez, y se allanaron las sedes de San Lorenzo, Racing, Vélez, Argentinos Juniors, Sarmiento de Junín y de la mismísima Asociación del Fútbol Argentino. 

El nene mimado va al banquillo

Todo marchaba por los cauces normales, con las novedades de las detenciones dentro de un negocio turbio que se conoce desde hace mucho tiempo. Pero apareció salpicado el nombre de Lionel Messi, ligado a desvíos de dineros directamente proporcionales a sus ingresos, y se llenaron todas las portadas del mundo deportivo. Los abogados del crack del Barcelona y de su padre Jorge acaban de pagar 10 millones de euros “en forma voluntaria” para tratar de frenar el reclamo del fisco, que hasta podría mandar al mejor futbolista del mundo a la cárcel.

El 17 de septiembre, Messi tendrá que declarar ante la Justicia española por presunta evasión en los ciclos 2007, 2008 y 2009. La metodología de sus apoderados legales habría sido la misma: cedían sus derechos a empresas de Uruguay y Belice (paraísos), y estos a su vez giraban la ganancia a empresas en Ucrania y Suiza, países que tienen al euro como moneda de curso legal. La Unión Europea prohíbe realizar estas operaciones a los países del Eurogrupo, pero no a todos los europeos. En conclusión: Messi factura en un paraíso, gira a un país aceptado por la Unión Europea y de ahí lo ingresa a España sin pagar mayores gastos. 
“Los clubes de fútbol son considerados por los delincuentes como vehículos perfectos para el lavado de dinero”, afirmó el Grupo de Acción Financiera Internacional hace algunos meses. La intervención de la Justicia es lo único nuevo en todo este entuerto. 

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