jueves, 14 de marzo de 2013

La Europa de los hooligans y la muerte del fútbol

Estamos indignados por la campaña de mentiras y de delación llevadas a cabo actualmente contra los hooligans del fútbol, y particularmente, contra los hinchas del Liverpool.
Durante el verano del 81 conocimos en Liverpool a algunos de esos hinchas del Liverpool FC que habían participado en los motínes del Toxteth, nos hicimos amigos (pronto se hacen las amistades en semejantes situaciones). ¡No soportamos verlos insultados por todos esos payasetes bufones de periodistas ni por la jauria histérica de todos los que se alimentan de sus biliosos comentarios!
Los hinchas del Liverpool no son en absoluto responsables de los treinta y nueve muertos del estadio de Heysel en Bruselas. Los únicos responsables son los organizadores del espectáculo deportivo que encierran multitudes tras las gradas de los campos de fútbol. Esas instalaciones están concebidas para recibir a masas pasivas que se conforman con mirar.

Ese acorralamiento policial es tal que resulta imposible toda huida en caso de necesidad. El 11 de Mayo, si hubo tantos muertos en Bradford fue porque los espectadores asustados no pudieron escapar por las salidas de emergencia: ¡los administradores del campo las habían bloqueado para impedir que se colasen los gorrones! En Heysel, un empleado del campo, se negó a abrir a los italianos presos de pánico una puerta de emergencia que daba al terreno de juego. La policía, empujaba y aporreaba a la gente para impedirle el acceso al campo. Algunos segundos más tarde morían treinta y nueve personas.
¿Y que son treinta y nueve muertos? ¡Cada fin de semana mueren diez veces más en las carreteras y no se hace de ello un asunto de Estado! Y es que en ese caso se trata de pobres aislados dentro de sus latitas con ruedas. En Bruselas se trataba de una multitud, y el sistema social que descansa sobre la manipulación de las multitudes solitarias vio como estas se descontrolaban, aun amontonadas como animales dentro de recintos alambrados. Un tiffosi lo reconoció: acorralados como estaban, era inevitable -y humano, diríamos nosotros- que los hinchas ingleses explotaran y arrancasen las alambradas que los aislaban de los demás.
Los hinchas ingleses sólo querían desfogarse un poco: una buena bronca con los demás y ¿por que no? (se ha visto muchas veces) juntarse contra la pasma, y disfrutar por las calles tras el partido.

Esa noche del 29 de Mayo en Heysel, el acontecimiento no tuvo lugar sobre el césped, sino en las gradas; y por una vez fue un acontecimiento real. Ese acontecimiento está a la medida de la vida de una pesadilla que nos imponen: manipulación de las multitudes y encuadramiento policial son las bases del mundo real.
La realidad recobró indiscutiblemente sus derechos esa noche del 29 en Bruselas. La pesadilla que el espectáculo exorciza, en el show deportivo, volvió a salir a plena luz. "Lo que debía ser una fiesta ha terminado en tragedia" se lamentaban. Pero lo que lamentaban sobre todo es que el drama estallase antes de empezar el partido. ¡Su hermoso acontecimiento deportivo retransmitido por Eurovisión, ensuciado lisa y llanamente por la realidad! Y si el partido tuvo lugar fue sólo por vulgares razones policiales (como siempre, se dirá, pero esta vez los organizadores tuvieron que decirlo: "¿Que vamos a hacer con toda esta gente?"). Basta, además, con oír aquí y allá, los comentarios: el primer argumento de todos esos perros pavlovianos era decir que aquella noche no había bastante policía.
Ahora todos los Estados europeos se sirven de esas treinta y nueves desgraciadas victimas para lanzar una contraofensiva histérica contra los hooligans del fútbol, y todos los medios europeos mienten sobre lo que pasó realmente aquella noche con el fin de llamar a la represión contra los hinchas ingleses. Los peores cerdos son, evidentemente, los periodistas deportivos, ¡véanse los artículos de L´Equipe!¡El ideal deportivo ha sido irremediablemente profanado!¡Pues muy bien, porque el ideal deportivo es una mierda!
Cada fin de semana, en Gran Bretaña, bandas de proletarios van a ver el partido con la intención de destrozar y de pelearse, es decir, de divertirse. A decir verdad, el deporte se la machaca. Y a nosotros también. Para ellos el supuesto acontecimiento deportivo es solamente un pretexto para exaltarse más aún, alentados por la priva que, como todos saben, calienta los corazones (¡por eso los verdaderos deportistas no beben alcochol!). Están llenos de odio. ¿Les faltan razones? Nosotros también estamos llenos de odio. "We hate humans" (odiamos a los humanos) decían hace unos años los chavales de la "Red Army" del Manchester United. "Yo sólo voy al partido por las hostias. Es una obsesión de la que no logro deshacerme", declara uno de la "Crazy Red Brigade" del Liverpool. Nosotros tampoco logramos deshacernos de esa obsesión. En Londres, en el 84, había quinientos hooligans agrupados en la "Intercity Fraternity" para armar sistemáticamente la bronca en los partidos. Uno de ellos declaraba, tras su devastador paso por París. "Queriamos currar a los fascistas del Frente Nacional. Vuestra pasma no nos dio tiempo para hacerlo. Después sólo tuvimos un deseo: romperlo todo".
Extraido del libro "Os Cangaceiros", editado por "Pepitas de Calabaza", 2003

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