miércoles, 23 de enero de 2013

Recordando a Arthur Wharton

En Jamestown, un suburbio de Accra, los jóvenes aficionados al fútbol sólo conocen los nombres de las estrellas actuales de las grandes ligas y son muy pocos los que han escuchado hablar de un hijo de su propio barrio que en su época fue un verdadero pionero: Arhur Wharton.
Este atleta polivalente del siglo XIX fue el primer futbolista negro que jugó como profesional en el Reino Unido. Ahora, una fundación que reúne a apasionados por el fútbol ghaneses y británicos quiere reivindicar su memoria y convertirlo en un símbolo de esperanza en el barrio pobre donde creció, así como una figura contra el racismo en el deporte.
"Si miramos la historia, veremos que tuvo que franquear muchos obstáculos para practicar cada uno de los deportes en los que participó", considera Kofi Bawuah, el representante ghanés de la Fundación Arthur Wharton.
"Si él pudo superar todo eso para lograr sus fines, nosotros, en nuestra época, no tenemos excusa. Debemos imponer que la idea de racismo no es tolerable", insiste.
Ghana, la segunda economía de África Occidental, considerada como un ejemplo de estabilidad y de democracia en la región, también es reconocida por brindar al mundo grandes futbolistas.
La leyenda del balompié Abedi Pelé es originario también de un suburbio de Accra y, los "Black Stars", que llegaron a cuartos de final en el Mundial de Sudáfrica-2010, integran uno de los equipos favoritos en la Copa de África de Naciones (CAN) que acaba de comenzar.
Algunos incidentes racistas han opacado recientemente la imagen de equipos europeos. En uno de éstos, el germano-ghanés del AC Milan Kevin-Prince Boateng abandonó la cancha en un amistoso en el que los hinchas rivales le lanzaban cánticos racistas desde las gradas.
Esta fundación espera poder convencer a la federación del país africano para que rebautice al estadio Tema de Accra como Arthur Wharton, y adherir a la declaración de Jamestown, una Carta contra el racismo en el fútbol.
Nacido en 1865 de madre ghanesa y padre de orígenes granadino y escocés, Arthur Wharton pasó su infancia en Jamestown, uno de los barrios más antiguos de Accra. Entonces, el país, en tanto colonia británica, se llamaba Costa de Oro.
Tras partir a Gran Bretaña para formarse como profesor misionero, Arthur Wharton demostró rápidamente que estaba mejor dotado para el deporte que para la pedagogía. Con 20 años ganó un sprint de 100 yardas estableciendo un récord mundial, cuenta Phil Vassili en una biografía que le consagró.
Después, el atleta se sintió atraído por el fútbol y se integró en el club más prestigioso de aquella época, el Preston North End, en el que se reveló como un arquero excéntrico, utilizando guantes de fundidor para proteger los antebrazos.
"Se convirtió en un deportista remunerado, pero su carrera fue corta, dado que los prejuicios por su color de piel jugaron en su contra, y eso le impidió darle un rumbo adecuado a su carrera deportiva", añade el biógrafo.
Con problemas de alcoholismo, abandonó el deporte para convertirse en minero, y murió en 1930 a los 65 años de edad, cayendo luego en el olvido.
Su mujer no pudo comprar una lápida para su tumba, lo que sí hizo en 1997 la organización Racism Divides, en su combate contra el racismo en el fútbol.
En Jamestown, barrio de pescadores en el que quedan restos de viejas casas coloniales que contrastan con la pobreza de sus habitantes, el fútbol, más que un deporte es un estilo de vida. Se juega en los lugares más insólitos, incluso en edificios en ruinas.
Ahora, la fundación intenta hacer conocer a su héroe que vivió su infancia y parte de su juventud en Jamestown.
El año pasado organizó un torneo en su honor, e intenta dar a conocer a Wharton para revelar las condiciones de vida en el barrio, restaurar su memoria, y poder mejorar las condiciones de vida en el lugar.
FUENTETerra

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