Marcos Nunes toma de su pobremente disimulada
botella de vino tinto en una esquina helada en la ciudad japonesa de
Nagoya antes de decidir que la pregunta fue algo entre una broma y un
insulto.
“¿Por qué venimos aquí?”, pregunta irritado antes de ofrecer su
botella, envuelta descuidadamente en una bolsa de plástico azul. Viste
una playera de futbol blanca con negro.
“El Corinthians es como una nación, una religión (…) las personas
piden prestado dinero de los bancos, de sus familiares para venir aquí.
Dejan sus trabajos, venden sus bicicletas, sus automóviles, incluso sus
refrigeradores. Es cierto”.
Los aficionados del deporte no son ajenos a los sacrificios en nombre
de los equipos que aman y para los aficionados de los campeones
brasileños, Corinthians, ningún sacrificio es lo suficientemente grande.
Pero renunciar a la capacidad de enfriar tu comida es otro nivel
completamente.
Los actuales campeones de Sudamérica están
en Japón para el Mundial de Clubes de la FIFA, un torneo anual que
reúne a los seis campeones continentales, incluyendo el Chelsea, los
ganadores ingleses de la Liga de Campeones de Europa de este año.
Pero a diferencia de otros equipos, que llevaron a algunos miles de
personas, 30,000 aficionados del Corinthians han llegado a Nagoya,
bañando a la ciudad de blanco y negro, para ver el partido de semifinal
contra los campeones de África, el Al-Ahly de Egipto.
“Es natural para nosotros viajar para ver al Corinthians”, explica
Nunes, quien a diferencia de sus compatriotas reservó su viaje como
vacaciones.
“Mi jefe sabe que estoy aquí. Pero aunque no lo supiera seguiría aquí
(…) si tenemos que ir a Japón está bien. Si tenemos que ir a Chelsea
para jugar en el Stamford Bride, está bien. Estaríamos 30,000 personas
allí”.
Sin amor
El Mundial de Clubes no es muy querido por los equipos europeos, pues
es visto como nada más que una molestia a mitad de temporada por el
viaje que involucra. Pero en el resto del mundo el torneo es tomado muy
seriamente.
Una cifra increíble de 15,000 aficionados se presentó en el
aeropuerto sólo para ver al equipo. Más de 200,000 brasileños viven en
Japón y el gobierno japonés emitió cifras récord de visas para los
brasileños para el torneo, una señal no sólo de la pasión conocida por
el futbol de parte de Brasil, sino también de su creciente poderío
económico y político global.
Brasil será anfitrión de la próxima Copa del Mundo y también de los
próximos Juegos Olímpicos. El efecto de ambas cosas ya se puede sentir.
“Estuvimos en segunda división hace cuatro años”, explica Carlos
Eduardo Martins, uno de los varios miles de aficionados ruidosos del
Corinthians que canta canciones en el Metro de Nagoya en su camino al
partido, ante el asombro y entretenimiento de los pasajeros japoneses.
Tomó un vuelo de 25 horas vía Estambul, Turquía, para estar aquí.
“El gobierno nos dio un estadio. El primer partido de la Copa del
Mundo se jugará allí. Vendieron mucha publicidad en las camisetas,
obtenemos dinero de la cadena de televisión Globo para la televisión,
así que el Corinthians se levanta.
“El Corinthians tiene una ventaja, el (ex)presidente de Brasil, Lula,
es un aficionado del Corinthians. Así que obtuvimos mucho. Tenemos
aficionados pobres y luego hombres muy ricos como aficionados. Tenemos
una nueva organización”.
El hijo pródigo regresa
Pero igualmente importante fue el regreso del hijo pródigo de Brasil.
En 2009 Ronaldo regresó a Brasil y jugó para el Corinthians. Brasil
siempre ha sido un exportador de talento futbolístico. Tanto que la FIFA
tuvo que cambiar sus reglas en elegibilidad de equipos nacionales para
prevenir que países en todo el mundo llenaran sus equipos con brasileños
naturalizados.
Pero cuando los grandes nombres comenzaron a regresar a casa; como
Robinho, Ronaldinho y Elano, con salarios comparables a aquellos en
Europa, se envió un mensaje al resto del mundo de que Brasil, y el
futbol brasileño, cambiaba.
“Después de que (Ronaldo) vino, el club subió mucho”, concuerda
Martins. “Los jóvenes comenzaron a apoyarnos, incluso personas de otros
equipos. Apoyaban al Corinthians y a Ronaldo. Fue una historia hermosa
para todos”.
Afortunados por segunda vez
Esta no es la primera vez que el Corinthians aparece en el Mundial de Clubes.
Ganaron el torneo inaugural en 2000 como anfitriones. Pero este es el
primer año que aparecen como campeones de Sudamérica después de ganar
la Copa Libertadores por primera vez.
Las raíces del club se encuentran a miles de kilómetros de su nativa
Sao Paulo en un club de futbol pequeño amateur. En 1910 el club inglés
Corinthians viajó a Brasil en un tour para llevar el futbol a las masas.
El juego, y el nombre, se quedaron.
“Muchos equipos de Brasil quieren ganar esta Copa así que es muy
importante para nosotros”, dice Martins. “El equipo es para los pobres.
Están locos por el equipo y siguen al Corinthians en todo el mundo”.
Efectivamente, el Estadio Toyota en Nagoya está cubierto con los
colores del club. Una bandera gigante de Reino Unido; un recordatorio de
las raíces del club inglés, degradada en blanco y negro, ondea detrás
de una de las porterías.
El partido es como un juego en casa para el Corinthians, que ganó 1-0 gracias al gol de Paulo Guerrero.
Sin embargo, no es el mejor desempeño con el Al-Ahly dominando la segunda mitad.
“Dominábamos el juego en la primera mitad y esto fue gracias a los
aficionados. Teníamos que responderles”, admitió el entrenador del
Corinthians, Tite, después del partido.
“Gracias a los aficionados pudimos mostrar nuestro estilo”.
El hombre número 12 del Corinthians probó ser la diferencia.
“Los europeos no le dan al Mundial de Clubes mucha atención. Somos el
jugador número 12 para el equipo y vamos a donde van”, dijo Tony, un
nativo de Sao Paulo, quien hizo el viaje relativamente corto de 11 horas
desde Londres. Tampoco tuvo que vender su refrigerador.
“Definitivamente ganaremos, el Chelsea perderá”, dijo de la final de
este domingo, donde de nuevo habrá miles de aficionados del Corinthians
en las gradas.
“Queremos ganar en grande y ganarle a los campeones de Europa”.
FUENTE: CNN Mexico
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