¿Habéis leido en alguna ocasión a George Orwell? Una de sus mejores obras es "1984" en la que el inglés nos cuenta, con mucha maestría, un futuro totalmente vigilado por el "gran hermano" a través de una serie de ministerios, cámaras de vigilancia, policía del pensamiento, prensa manipulada (vaya hombre!) y demás, en la que no se deja más remedio al individuo que autoanularse por completo, suicidarse o rebelarse contra la norma establecida.
Pues bien, las peores pesadillas del Sr. Orwell ya se van haciendo realidad, al menos en Suiza, pero ya veremos lo que tarda en llegar aquí esta normativa. Desde el primero de enero del 2010, esto es menos de un mes para los despistados, la ciudad de Zurich podrá disponer libremente de una base de datos informatizada anti-hooligans, al menos así llaman ellos al maxiarchivo que tendrán en periodo de prueba durante un año. Si el experimento les funciona, el Consejo Comunal de Zurich dará el visto bueno para su puesta en práctica y para controlar el mismo se ha creado una comisión en el ayuntamiento local, tal como nos cuenta el periódico italiano "La Reppublica".
En dicha base de datos se filiará a todas aquellas personas susceptibles de pertenecer a grupos hooligans (o ultras) de equipos de fútbol con todos sus datos personales. En lo de "datos personales" me imagino, mal pensado que es uno, que no se limitarán unicamente a verificar su estatura, peso y fecha de nacimiento. Si la "Tessera del tifoso" italiana me parecía ya un ejercicio de represión excesivo favoreciendo la división de ciudadanos entre buenos y malos sin jueces mediante (basta con haber sido sancionado una sóla vez en toda tu vida, aunque hayas ganado el recurso o ya lo hayas pagado para no volver a viajar en tu puta vida con el equipo), a esto todavía no le he encontrado nombre.
Lo que si que he encontrado es rabia interior al comprobar como para los dirigentes políticos de determinados lugares son más prioritarios los "problemas" generados por los aficionados al fútbol que asuntos mucho menos importantes e intrascendentes como la educación, la sanidad, la vivienda, el paro, la corrupción y un larguisimo etcétera.
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