SINOPSIS
Eric Bishop es un cartero de Manchester con una vida personal complicada. Está al cargo de sus dos hijastros desde que su segunda mujer le abandonó y, por si fuera poco, ahora tiene que ocuparse de su nieta y ver cada día a su primera esposa, la mujer a la que nunca ha dejado de amar. Una noche, mirando un póster, Ericse pregunta cómo afrontaría estos problemas su ídolo Eric Cantoná si estuviera en su lugar. Lo que él no sabe es que el ex-futbolista está a punto de ayudarle a tomar decisiones.
Después de tratar temas espinosos en "El viento que agita la cebada" y "En un mundo libre...el británico Ken Loach nos sorprende con una comedia agridulce sobre un cartero con continuas crisis de pánico que recibe consejos, a través de su imaginación, de su ídolo futbolístico Eric Cantoná. "Buscando a Eric" ha sido escrita por Paul Laverty, habitual guionista de Loach y pareja de la cineasta española Icíar Bollaín, como una original historia de amistad y descubrimiento de uno mismo, además de una caricatura del personaje del propio Cantoná.
Steve Evets, actor inglés que se ha dejado ver en producciones independientes como "Summer", fue nominado a los Premios del Cine Europeo por su papel del indeciso cartero Eric Bishop. Su compañero de reparto, y ocasional guía espiritual, es el mismísimo Eric Cantoná, que sigue sumando títulos a su carrera como actor después de intervenir en "Elizabeth" o "La fortuna de vivir". El ex-jugador del Manchester United ha participado activamente en la elaboración del filme con la idea de hacer una película sobre su relación con los hinchas. "Buscando a Eric" fue presentada en la edición 2009 del Festival de Cannes.
Crítica
El tiempo ha acabado por ablandar el corazón materialista de Ken Loach. La miseria de los humildes sigue clamando al cielo, pero los finales felices son ahora una posibilidad viva en un cine en el que antaño eran sólo una incómoda antítesis y una desviación edulcorada de las fauces de la realidad mordiente. A Loach le interesa cada vez menos la vida laboral de sus personajes. Eric es un cartero sin conflictos sindicales cuya actividad profesional (o la ausencia de ella) ocupa un lugar marginal en su vida. El director de "Agenda Oculta" completa en él su traslado al intimismo, a la ajetreada conflictividad de la vida privada.
Hace una década nadie habría creído en la posibilidad de ver a Loach reivindicándose como hacedor de comedias en el lado amable de la vida. Pero "Buscando a Eric" es muchísimo más que una reconversión risueña, e inevitable, en un director con necesidad clínica de explorar nuevos registros. Su última película se revela, de hecho, insólitamente optimista, extrañamente vital. Loach, quién le ha visto y quién le ve, se saca de la manga una ficción a la Dickens en la que el fantasma de las Navidades pasadas es un bronco futbolista retirado que susurra buenos consejos al hombre que lo invocó: un padre de familia con el agua al cuello por lo descarriados que andan sus dos hijos adoptivos y porque rumia aún la cobardía que años atrás le hizo perder el rastro y el corazón de la mujer que amaba.
Loach es Loach de la cabeza a los pies, y más allá del tono amable y sentimental de su película, revisitamos paisajes de sobra conocidos: unos suburbios donde se hacina la amenaza de la desintegración perpetua, el aliento en el cogote de la tentación criminal, la brutalidad infame de la policía, la soledad crónica y las familias hechas mil pedazos. Pero cambia radicalmente el tono: Loach se concede ser romántico; se viste de Capra abriendo ventanas a segundas oportunidades; como James Stewart en "¡Qué bello es vivir!" Eric descubre que nadie es inútil si tiene amigos, y que no hay error que el tiempo no pueda enmendar, o pecado que no encuentre el camino a la salvación.
En el tercer acto reconocemos a duras penas a un Loach irreconocible, cuyas canas han amansado el carácter y han abierto la puerta a la consolidación de la fe (quién lo diría) en el género humano. "Buscando a Eric" sigue moviéndose muy lejos de los parámetros admirables del cine ochentero del maestro inglés, pero sigue también sin inclinar la rodilla ante la mediocridad. Es, no hay duda, un Loach menor, como casi todos los de la última década, pero delata también la madurez sentimental de un cineasta que ya no tiene cuerpo para salir a partirse el pecho por la clase obrera en las barricadas.
Publicado en 20 minutos, 27/11/2009
Eric Bishop es un cartero de Manchester con una vida personal complicada. Está al cargo de sus dos hijastros desde que su segunda mujer le abandonó y, por si fuera poco, ahora tiene que ocuparse de su nieta y ver cada día a su primera esposa, la mujer a la que nunca ha dejado de amar. Una noche, mirando un póster, Ericse pregunta cómo afrontaría estos problemas su ídolo Eric Cantoná si estuviera en su lugar. Lo que él no sabe es que el ex-futbolista está a punto de ayudarle a tomar decisiones.
Después de tratar temas espinosos en "El viento que agita la cebada" y "En un mundo libre...el británico Ken Loach nos sorprende con una comedia agridulce sobre un cartero con continuas crisis de pánico que recibe consejos, a través de su imaginación, de su ídolo futbolístico Eric Cantoná. "Buscando a Eric" ha sido escrita por Paul Laverty, habitual guionista de Loach y pareja de la cineasta española Icíar Bollaín, como una original historia de amistad y descubrimiento de uno mismo, además de una caricatura del personaje del propio Cantoná.
Steve Evets, actor inglés que se ha dejado ver en producciones independientes como "Summer", fue nominado a los Premios del Cine Europeo por su papel del indeciso cartero Eric Bishop. Su compañero de reparto, y ocasional guía espiritual, es el mismísimo Eric Cantoná, que sigue sumando títulos a su carrera como actor después de intervenir en "Elizabeth" o "La fortuna de vivir". El ex-jugador del Manchester United ha participado activamente en la elaboración del filme con la idea de hacer una película sobre su relación con los hinchas. "Buscando a Eric" fue presentada en la edición 2009 del Festival de Cannes.
Crítica
El tiempo ha acabado por ablandar el corazón materialista de Ken Loach. La miseria de los humildes sigue clamando al cielo, pero los finales felices son ahora una posibilidad viva en un cine en el que antaño eran sólo una incómoda antítesis y una desviación edulcorada de las fauces de la realidad mordiente. A Loach le interesa cada vez menos la vida laboral de sus personajes. Eric es un cartero sin conflictos sindicales cuya actividad profesional (o la ausencia de ella) ocupa un lugar marginal en su vida. El director de "Agenda Oculta" completa en él su traslado al intimismo, a la ajetreada conflictividad de la vida privada.
Hace una década nadie habría creído en la posibilidad de ver a Loach reivindicándose como hacedor de comedias en el lado amable de la vida. Pero "Buscando a Eric" es muchísimo más que una reconversión risueña, e inevitable, en un director con necesidad clínica de explorar nuevos registros. Su última película se revela, de hecho, insólitamente optimista, extrañamente vital. Loach, quién le ha visto y quién le ve, se saca de la manga una ficción a la Dickens en la que el fantasma de las Navidades pasadas es un bronco futbolista retirado que susurra buenos consejos al hombre que lo invocó: un padre de familia con el agua al cuello por lo descarriados que andan sus dos hijos adoptivos y porque rumia aún la cobardía que años atrás le hizo perder el rastro y el corazón de la mujer que amaba.
Loach es Loach de la cabeza a los pies, y más allá del tono amable y sentimental de su película, revisitamos paisajes de sobra conocidos: unos suburbios donde se hacina la amenaza de la desintegración perpetua, el aliento en el cogote de la tentación criminal, la brutalidad infame de la policía, la soledad crónica y las familias hechas mil pedazos. Pero cambia radicalmente el tono: Loach se concede ser romántico; se viste de Capra abriendo ventanas a segundas oportunidades; como James Stewart en "¡Qué bello es vivir!" Eric descubre que nadie es inútil si tiene amigos, y que no hay error que el tiempo no pueda enmendar, o pecado que no encuentre el camino a la salvación.
En el tercer acto reconocemos a duras penas a un Loach irreconocible, cuyas canas han amansado el carácter y han abierto la puerta a la consolidación de la fe (quién lo diría) en el género humano. "Buscando a Eric" sigue moviéndose muy lejos de los parámetros admirables del cine ochentero del maestro inglés, pero sigue también sin inclinar la rodilla ante la mediocridad. Es, no hay duda, un Loach menor, como casi todos los de la última década, pero delata también la madurez sentimental de un cineasta que ya no tiene cuerpo para salir a partirse el pecho por la clase obrera en las barricadas.
Publicado en 20 minutos, 27/11/2009
1 comentario:
habra echarla un vistazo este si que fue grande eric the king,no el baboso niño torres,jajajaja,no dejes te pongan nada de blog unaigilipollas para ellos, no nos interesan sus fantochadas,chivatas de la madera,mariconas.corcho mongol te lo merecias.80sfirm
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