Publicado en SPORT, 3/1/2009
Los orígenes suelen predeterminar el futuro de una persona. En el caso de Thierry Henry, haber nacido en un barrio humilde a las afueras de París condicionó su infancia. El francés vio en el fútbol una salida para evadirse de una realidad complicada y, prácticamente sin saberlo, labrarse un futuro brillante como deportista de élite.
Tampoco fue fácil para una de las caras nuevas del Barça este año, el bielorruso Alexander Hleb. Siendo sólo un niño de 5 años, la catástrofe nuclear de Chernobil en el país vecino, Ucrania, llevó a su padre como voluntario hasta la zona afectada para derribar casas. El bielorruso siempre ha pensado que la débil salud de su padre es consecuencia de aquel trabajo.
En cierto modo, la vida de los dos cracks sigue un paralelismo. Quizás por ello, mantienen una estrecha relación desde el primer día que coincidieron en el vestuario blaugrana, e incluso Henry acogió a Hleb en su casa durante su primer mes en Barcelona, hasta que el centrocampista encontró su propia casa. Ambos comparten complicidad y hoja de calendario en el mes de octubre, dedicado a la ‘educación, salud y deporte en el Campo de Refugiados’. “Que en el 2008 todavía existan los campos de refugiados es algo que no puedo entender”, denuncia el delantero francés, quien dirige la fundación ‘The one 4 all fundation’, que trata de combatir el racismo infantil.
Para Henry es muy importante poder contribuir y participar activamente en causas solidarias, sobre todo las que tienen como objetivo echar una mano a los más pequeños que, a su vez, son los más desprotegidos ante los peligros de la sociedad. “Siempre que pienso en los niños que no pueden tener una vida fácil, entre comillas, como hemos tenido nosotros en Europa, me doy cuenta de que nuestra obligación es ayudar no sólo nosotros sino el club y todo el mundo”. En este sentido, está orgulloso de llevar la camiseta azulgrana puesto que “el Barça, con sus acciones, está ayudando a que las cosas cambien y cualquier colaboración es muy importante”.
El francés es muy consciente de que como figura mediática tiene un tirón y puede ejercer una fuerza que desde otras posiciones es imposible, porque “el fútbol es el deporte más visto en el mundo, más jugado y más aclamado, nosotros tenemos una gran responsabilidad y nuestra misión es ayudar para que las cosas sean diferentes”, aunque también tiene claro que “la obligación es de todo el mundo”.
En cuanto al jugador bielorruso, Hleb está muy marcado por los principios que le ha transmitido el cristianismo ortodoxo. El jugador asegura que “las peores consecuencias de las guerras las acaban pagando los niños, como siempre, que en muchos casos se ven obligados a cambiar de casa, ciudad e incluso país. Lo que está claro es que sus vidas cambian y verto obligado a huir de tu casa acaba haciendo que los niños incluso lleguen a sufrir traumas que les pueden pasar factura una vez se convierten en adultos”. Según datos de UNHCR –la Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas– en el mundo existen 35 millones de personas desarraigadas de sus hogares y unos 12 millones más de refugiados o asilados por motivos políticos.
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