Eric Daniel Pierre Cantona nació el 24 de mayo de 1966 en Marsella. De 1983 a 1988 jugó en el Auxerre. Del 88 al 89, en el Olympique de Marsella, aunque pasó parte del último año cedido en Girondins de Burdeos. Del 89 al 90 formó parte del Montpellier. A la temporada siguiente volvió al Olympique. En 1991 jugó en el Nimes. Aterrizó en Inglaterra en 1992, para jugar en el Leeds United. Ese mismo año se fue al Manchester United hasta su retirada, en 1995. Ganó dos ligas y una copa francesas, cinco ligas inglesas (una de ellas con el Leeds), dos Copas y cuatro supercopas inglesas. Con la selección jugó 45 partidos y metió 20 goles.
Hasta aquí su biografía más futbolera, la estricta, la que no admite más interpretaciones que la de los frios números. Pero hablar del Cantona futbolero es hacerlo del Cantona broncas, del Cantona con los nervios a flor de piel. Su más famoso incidente, que dio la vuelta al mundo, tuvo lugar en 1995 en Londres, en el estadio del Crystal Palace cuando Cantona, que jugaba en el Manchester, fue expulsado. Mientras salía del campo, fue increpado por un racista faltón. Cantona reaccionó dándole ya una legendaria patada de kung fu y varios puñetazos (en Inglaterra no hay vallas y los espectadores están muy cerca del terreno de juego). Fue condenado a siete días de cárcel pero sólo cumplió 24 horas. Fue sancionado 10 meses y el Manchester le castigó duramente también. El incidente, además, le costó no volver a la selección francesa.
Pero antes Cantona ya venía precedido de una gran fama de pendenciero: En 1987, cuando jugaba en el Auxerre, le dio un puñetazo a su compañero Martini; en el 88, fue sancionado durante tres meses por una entrada peligrosa (imagináos cómo sería); en 1989, fue apartado de la selección por insultar en televisión al técnico, Henri Michel; ese mismo año, en las filas del Marsella, fue suspendido un mes por lanzar el balón al público y la camiseta al suelo, enfadado por ser sustituido (y era un amistoso); en las filas del Montpellier, en 1989, le lanzó a un compañero las botas a la cara y fue suspendido 10 días; en 1991, le lanzó el balón a un árbitro como protesta por sus decisiones y fue suspendido un mes. Cuando se enteró, dijo públicamente que los del comité eran "idiotas" y la sanción aumentó a tres meses; ya en Inglaterra, en 1993, escupió a un aficionado del Leeds, su primer equipo en las Islas... En fin, un crack.
Desde entonces, Eric se ha reconvertido en si mismo en una especia de showman, pero manteniendo ese carácter complicado e impredecible. Su lado más negativo es el que nos muestra a una especia de monicaco en manos de la multinacional Nike a la que ha servido con diversos anuncios. Su lado más futbolero sigue existiendo pues no ha abandonado del todo la practica del deporte rey, pero en versión playera. Eric es el actual seleccionador y capitan del combinado galo de fútbol-playa. Y su lado más freak, nos muestra a Eric reconvertido en actor de cine (cuenta ya con una docena a sus espaldas).
Preguntado por el mejor momento de toda su carrera deportiva, Eric no tiene ninguna duda al acordarse del hooligan racista que fue a increparle en aquel mítico partido frente al Crystal Palace: "¿Mi mejor momento? Cuando le di la patada a aquel hooligan".
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