martes, 25 de junio de 2013

Football without fans is nothing

Una de las pancartas sentencia que el fútbol sin seguidores no es nada. Este fue el mensaje, escrito con el corazón, de la manifestación organizada en Londres para combatir los precios caros en los estadios de la Premier y Championship. Para defender este mensaje tradicional de los seguidores hubo que superar algunos escollos. Seguidores de los Spurs al lado de los Gunners, chavales del Queen´s Park Rangers al lado de los chicos del West Ham, juntos, en el mismo corteo para hacer frente al enemigo común. El evento fue organizado por "Spirit of Shankly", organización histórica de los seguidores del Liverpool. Los reds llamaron a todos los seguidores de fútbol británicos para demostrar su descontento con el crecimiento infrenable de las entradas para los partidos de primera y segunda división inglesa. La protesta fue eficaz, con un núcleo reducido formado por representantes de los Spurs, Arsenal, Man United y Liverpool, que tuvieron un coloquio de una hora y media con el director ejecutivo de la FA, Scudamore. Si este encuentro dará sus frutos lo veremos en la próxima temporada, pero al menos los dirigentes del fútbol anglosajón han demostrado que pueden -y saben- escuchar la voz de sus seguidores.

 La manifestación del 19 de Junio fue el testimonio de que la paciencia del seguidor inglés ha terminado. Lo demuestra el hecho de que las entradas para los visitantes en el estadio Emirates costaron a los seguidores del Liverpool 62 libras, al cambio 80 euros. Obviamente no vendieron ni la mitad. Hecho impensable hace tan sólo unos pocos años y del todo independiente con los resultados de los Scousers. Una de las máximas que la manifestación llevó en cabecera fue limitar el precio para los visitantes a 20 libras, sea cual sea el encuentro. 

Las razones para esta protesta, pues, son muy sencillas. El precio de los billetes ha aumentado en un 720% en 20 años, a un ritmo escalofriante, y que no tiene igual con ningún otro bien o servicio sobre el mercado. Las razones son sociales, visto que subir los precios ha permitido seleccionar los espectadores en base a su renta, pero también económicas; el principio base es que si los estadios están llenos al 95% con estos precios, los clubs no tienen ningún interés en bajarlo porque disminuirían sus beneficios. Esta estrategia se basa en el principio de que cualquier equipo puede permitirse estas tarifas porque tienen seguidores dispuestos a pagar estas cifras exorbitantes. Ya sabemos que en Inglaterra son muchos los fanáticos de sus equipos y no les importa el sucesivo incremento anual. El problema es que esta mina de oro esta destinada a agotarse en el mismo periodo. El núcleo duro de los seguidores se formó hace una generación, cuando los precios eran populares y accesibles para todos. Uno de los seguidores de la manifestación declaró a The Guardian que todo ha llegado a un punto de que un padre de familia sólo puede permitirse un par de partidos por temporada con sus hijos: difícil que sus hijos hereden su pasión por el equipo en tan sólo 180 minutos.
 Uno de los puntos fuertes de la manifestación fue pasar por delante de la multinacional Sky, propietaria de los derechos televisivos del fútbol inglés, y señalada como una de las principales artífices de alejar a la gente de los estadios: ¿el motivo? sus absurdos horarios. La PPV, en ocasiones, supone un ingreso monetario en los equipos humildes muy elevado. Pero han puesto horarios inconcebibles en la FA este año. Los equipos han ingresado el mismo dinero, pero con un estadio semi-vacio pues a la gente le era más comodo -y barato- ver el partido en casas o bares, que en el propio estadio.

Todavía vale la pena preguntarse a quien interesa una misa celebrada en una catedral vacía como puede ser un estadio sin seguidores. Probablemente se lo preguntarán los seguidores,  cuando dentro de unos pocos años estaremos todos dispuestos a cantar nuestros himnos y sacar nuestras bufandas...en el sofá de casa. Pero los estrategas de Sky o de la FA seguro que observarán como cada vez serán menos los dispuestos a pagar un abono televisivo para ver a 22 futbolistas, en medio de un silencio descomunal y en el centro de un estadio de 50.000 asientos vacíos.

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