lunes, 17 de junio de 2013

Besiktas: Fútbol y compromiso social en Turquía

La Galaxia Besiktas es un alegre crisol de referencias ideológicas. Sus seguidores van desde el apoyo a Atatürk (según cuentan, este habría confesado en privado su amor por los colores del club) hasta el culto a la figura del revolucionario Che Guevara. Los miembros del Çarşi, el grupo de aficionados más emblemático del equipo, completan esta extraña mezcla de identidades con una A de inspiración anárquica de color rojo en su logo. Después de todo, se trata de ir al campo a divertirse, ¿no?

En las gradas: Orhan Pamuk y los derechos de los animales

Sí. Salvo que en lo que al Beşiktaş respecta, el fanatismo deportivo está politizado. La ideología progresista que caracteriza a los aficionados del club hace que parezcan marcianos en un mundo deportido dominado por el discurso del odio. Más allá de los resultados deportivos, un orgullo parece cimentar la comunidad Beşiktaş: expresar opiniones a veces marginales y poco discutidas en la sociedad turca. Luchan por un ámplio catálogo de causas: de las más anecdóticas (la matanza de las focas bebés, el aumento de los precios del gas), a las más polémicas (el apoyo a Orhan Pamuk, premio Nobel de literatura en 1996después de su postura sobre el genocidio armenio). La lucha contra el racismo, la protección del medio ambiente o la justicia social también se incluyen en sus reivindicaciones; los aficionados del Besiktas denuncian cualquier abuso de la sociedad y garantizan la preservación de la integridad de su deporte favorito. Entre los que fomentan este activismo hay un nombre recurrente: Çarşı.

Çarşı: ¡Están en contra de todo!

Este grupo de aficionados independientes fundado en 1982 se ha convertido en un emblema. Çarşı literalmente significa ‘bazar’ y el nombre hace referencia a la zona comercial donde nació el club. En el templo de Inönü Stadı (Estadio de Inönü) son los integrantes de Çarşı los que ofician la ceremonia. El grupo nació en 1980, después del golpe de estado. En ese momento, la sociedad turca vivió una fuerte polarización entre los movimientos de izquierda y derecha y la expresión ciudadana fue silenciada (partidos y sindicatos quedaron prohibidos). Dado su gusto por los temas sociales y su participación en la escena política, ¿han transformado los miembros de Çarşı las tribunas en plataformas de reivindicación política y social? Tanıl Bora, politólogo y autor de varios estudios sobre el fútbol turco, estima que “sería un error considerar Çarşı como una especie de sustituto de la política”. Ciertamente, “los ciudadanos politizados, una parte de la juventud o la cultura popular se han apropiado de sus eslóganes y juegos de palabras como una especie de bien común. Pero es un error pensar que Çarşı tiene una influencia hegemónica sobre la esfera pública”.En realidad, aunque Çarşı se haya convertido en sinónimo de espíritu rebelde, su retórica nunca se aparta de un cierto sentido del humor. A fuerza de repetición, el lema ‘¡Çarşı está en contra de todo!’ se ha convertido en un culto, incluso fuera de la esfera futbolística. Este grito resume perfectamente la cultura iconoclasta de sus miembros.

Un armenio domina las gradas turcas


El equipo del pueblo contra el fútbol industrial
Es imposible entender el funcionamiento de esta maravillosa máquina de hacer eslóganes sin mencionarlo. Su principal representante, el amigo Alen, insiste sobre la falta de jerarquía: “En Çarşı no hay líderes, sólo hay aficionados” y sobre su carácter democrático: “No nos ocupamos de las diferencias de opiniones políticas o religiosas.” Uno de los aspectos más curiosos de este grupo es que el hombre que anima con más fuerza desde las gradas y que ha ganado más notoriedad mediática: ¡Es armenio! Y, en el colmo de la ironía, Alen Markaryan (así es como se llama) reconoce que su apellido ha contribuido a su fama “porque la gente todavía trata de entender cómo un turco armenio puede tener este papel en un país musulmán”. Al ver como los pasillos del estadio se sumergen en el silencio o se inflaman en una fracción de segundo bajo su dirección, no podemos dudar de su popularidad entre los aficionados de Beşiktaş. Este peculiar hecho ayuda a comprender cómo el fanatismo deportivo y el apoyo colectivo a un equipo han permitido a este grupo a superar las crispaciones de identidad nacional.
Biz seni sevinmek için sevmedik, o lo que es lo mismo: ‘No os queremos para ser felices’. Esta frase encarna y resume la fusión de los aficionados de Beşiktaş con su equipo. Ellos no van al campo por la victoria. Eso sí, el amor incondicional de algunos está a media asta. La liberalización económica de la sociedad turca y la mercantilización del fútbol  son algunos de los motivos. Rechazan el ‘fútbol industrial’, ese que trae consigo traspasos millonarios, entrenadores convertidos en chivos expiatorios por los malos resultados y el constante incremento de las entradas. Todo ello destruye los valores originales del club: la modestia, el trabajo, el sacrificio y la solidaridad.

Por eso, un pequeño grupo de aficionados decepcionados comenzaron a apoyar a un pequeño club de la provincia. El club de Karabük, ciudad industrial al oeste del Mar Negro, tiene la particularidad de ser sustentado económicamente por un sindicato. Menos recursos, pero una buena gestión que ha permitido al club llegar hasta la primera división turca. Este paso perpetúa la actitud de rebelión reclamada por muchos aficionados del Besiktas. Parafraseando el refrán Çarşı, casi se podría decir que están contra todo, incluso del propio Besiktas.
FUENTECafe Babel

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