martes, 5 de marzo de 2013

Inspiración versus perfección

No es 1977 ni las calles de Londres están ardiendo. De hecho, nunca estuve en Londres y en 1977 no era siquiera un proyecto en mente, aunque no faltara mucho. Tampoco estuve en una barricada en el París de 1968 ni ajusticié facciosos en la Barcelona de 1936. Se que no pasaré a los libros de historia, y no niego -con cierto rubor- que me apetecería por haber aportado algo útil a la humanidad, pero también comprendo que pertenezco a esa casta de irresistibles, y mezquinos, perdedores.
Busco la inspiración en el fondo de un cenicero infectado de colillas a medio apagar antes que en musas artificiales creadas por mi mente, quizás sea porque aunque no fumo, puedo discernir claramente el olor a nicotina de los que se acaban de manchar sus pulmones, o tal vez, porque mi mente está tan embutida de alcohol y de drogas que hace tiempo perdió la capacidad de crear universos paralelos sin su inestimable ayuda.
En la maleta de mi vida siempre hay hueco para una vieja bufanda de lana corroída por la mierda y que ha hecho tantos kilómetros en busca de un sueño imposible que ha terminado por convertir la mierda en solera, ese eufemismo que utilizo para sociabilizar, quizás comprender, aquello que perdió su primigenia utilidad.
He crecido entre ruinas, casas bajas, descampados y costras en las rodillas provocadas por los obstáculos y lo agreste del terreno. Es duro corretear tras una pelota de cuero driblando a los adversarios presentes y a las jeringuillas que dejaron de recuerdo los "yonkis" la noche anterior. Sientes más presión que Maradona golpeando una pelota con la mano en México. He sorteado incertidumbres y derribado realidades. He caído mil veces, y mil una me he vuelto a tambalear, intentando mantener la verticalidad, borracho de orgullo, encaramado a una valla que hace años me quitaron.
La banda sonora de mi vida esta hecha de desatinos, de cuerdas rotas de guitarra y de "gallos" a través de un megáfono que, las más de las veces, se queda sin pilas en lo mejor del partido. Por eso odio a la gente que se cree perfecta, esa gente que por temor al ridículo, a lo utópico y a lo fuera de lo común, se creen en posesión de la verdad y en virtud de lo que es bueno. ¡Despertad idiotas! La perfección no existe, y además es sumamente aburrida, tan triste verdad como que nunca pasaré a la historia de la humanidad por nada productivo o como que me tiraré el resto de mis días esperando el gol de mi vida, ese que nunca llegará porque sólo soy un irresistible, y mezquino, perdedor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu blog y por tu prosa. Hace tiempo que no veía un buen sitio donde encontrar buenas historias de la verdadera cara del fútbol y por casualidad encontré tu blog.
Quizás seas un perdedor ahora, pero no por eso hay que darse por vencido. Hay que seguir golpeando al mundo que te rodea e intentar enseñarles la realidad que los otros, ciegos, no quieren ver.
Suerte en tu camino