La afición estalló por primera vez desde el descenso. Tímidamente,
porque en el día a día demuestra que es muy grande y está a muerte con
su equipo y le cuesta torcer el gesto, pero la parroquia todavía lleva
en su mochila los desastres de Alcorcón y Alcoy y no alcanzaba a
comprender lo que estaba pasando cuando Powell perforó la portería de
Aranzubia por segunda vez.
En ese preciso instante, desde el
fondo desde donde salen los ánimos cada jornada, que arropa tras cada
gol encajado, se escuchó un doloroso "¡esta afición, no la merecéis!",
que acabó extendiéndose por el resto del estadio. El postrero gol de
Aythami rebajó un poco el nivel de nerviosismo de la grada, que pese a
todo despidió al equipo con algunos silbidos entremezclados con
aplausos. Pero el aviso está lanzado. Más de 20.000 personas se
volvieron a agolpar en Riazor pese a que los horarios que está
padeciendo la afición herculina no invitan a acudir al estadio. Y les
duele ver que poco a poco se están empezando a escapar oportunidades.
Con
todo, la tarde empezó bastante bien. Un gran día de sol y la gente
acudía con confianza en su equipo. Eso sí, llegaban a Riazor muy poco a
poco. Muchos, con el café todavía en la garganta. La televisión colocó
el encuentro de ayer a las cuatro de la tarde y obligó a anticipar la
hora de comer y a eliminar la sobremesa. Esfuerzos que no dudaron en
hacer, de nuevo, 22.000 fieles que comenzaron el partido muy animosos.
Dos
amigos conversaban entre ellos. "Confío en los chavales y en que los
veteranos sean capaces de ayudarles". Su compañero añade: "El ambiente
con tanta gente va a ayudar mucho". Y es cierto, el ambiente fue otra
vez espléndido. Retumbó el "Deportivo alé" de nuevo entre las gradas de
Riazor, los Blues sacaron paraguas blanquiazules para dar colorido... y
llegó el gol de Salomão a poco para el descanso, que pareció aclarar un
poco el horizonte.
El desparpajo del portugués y su entrega, fue
la comidilla del intermedio. Salomão está siendo, sin duda, el jugador
que más está dando que hablar entre la afición. Una afición que en el 85
explotó con el segundo del Nàstic y empezó a abandonar el estadio.
FUENTE: La opinión de la Coruña
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