Desde pequeños, siempre hemos tenido ocasión de echarnos unas pachangas al fútbol sin necesidad de sudar más allá de lo estrictamente necesario. Teníamos tres posibilidades para hacerlo y en tres escenarios diferentes:
-Chapas: Cojonudos aquellos fines de semana y aquellas tardes estivales donde te juntabas con todos los amiguetes del barrio en algún descampado cerca de casa para jugar, bien a ciclismo, bien a fútbol. Normalmente al último, te currabas unas equipaciones de puta madre con los colores de tu equipo, bordeando con boligrafo una chapa de cerveza cualquiera 17 o 18 veces sobre un folio en blanco, que luego recortabas cuidadosamente y pasabas a colorear, con mucho mimo los pesos pesados del vestuario y, sobre todo, los últimos fichajes que iba haciendo el equipo. Unas porterias con las cajas grandes de tornillos de las ferreterias o con una caja de zapatos recortada o con cualquier historia que delimitara la porteria, tres o cuatro garbanzos a modo de balones, 17 o 18 chapas de cerveza o refrescos y un par de tapones de las botellas de coca-cola de 2 litros para tener ahí a los porteros resguardando el marco. Obviamente el rey de los juegos futboleros en la calle...con permiso del propio fútbol. Lo mejor la socialización, pues estabas con medio barrio jugando a lo mismo, lo chungo de pelotas, el calor que normalmente hacía, sin ninguna sombra ni remotamente cerca que hacía que, en ocasiones, las pasaras un poco canutas.
-Futbolines: Más para la tasca y el bar. Al comienzo con tu viejo, que te enseñó el juego por encima y luego te ibas "independizando" poco a poco y jugando con algún familiar de tu edad, algún colega del colegio o la peña del barrio. Como ventaja clara tenía que podías hacerlo con tus primeras cervezas en el bar -de estrangis, claro- o con algún refresco cuando eras más chinorri. Que tenías la tele de fondo y te podias distraer si el partido era un poco aburrido y que, si apretaba mucho el lorenzo, estabas ahí de puta madre y no con los 40º que hacía fuera del garito. Como incoveniente, aquellas 25 pesetas que echabas y que, a no ser que fueras un poco espabilado e hicieras algún truco -que los había- no los volvias a ver en tu puta vida. Con el tiempo, lo que recuerdas con más cariño es como tenías "tuneados" 10 o 12 futbolines cerca de casa para transformar uno de los dos equipos en el tuyo con un simple rotulador.
-Subbuteo: Quizás el menos practicado de las modalidades, porque se hacía en casa, y habitualmente era para jugar tu sólo o con tus hermanos. Las figuras estaban hechas de puta madre, y te flipabas cuando estabas sólo haciendo comentarios de las jugadas como si fueras un periolisto, o recreando el ambiente del estadio haciendo ruidos -un tanto ridiculos cuando los recuerdas de mayor, eso sí- y demás. La ventaja más clara es que estabas en tu puta casa y podías jugar cuando te saliera del mingo. El incoveniente más chungo es que, a la larga, te acababas aburriendo. Claro que, de haber tenido el estadio que se ha currado el griego de las fotos, lo mismo la historía no hubiera sido tan aburrida...
¿DEL FIFA O DEL PRO? FUCK YOU
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