Nada estaba decidido el último partido de liga en la Segunda División, el Cádiz no dependía de sí mismo, con la afición volcada pese a la nefasta actuación del equipo esta temporada, el Cádiz ganaba 4-0 y ya se sabía que el próximo año volverían a la 2ª ''b'' y con ello los gritos de ''¡ jugadores mercenarios !''
Otra vez la historia se repite, los mandatarios dimiten no quieren perder dinero ni un marrón curioso, prefieren pájaro en mano.
Así fue la despedida de un Cádiz que hizo historia, y que en menos de tres meses cumplirá 100 años de historia fuera de la Liga de Fútbol Profesional. Os dejamos con un texto que refleja el malestar por la ciudad de la Tacita de Plata en el día de hoy.
Finalizó el primer tiempo y la grada explotó. Mostró su descontento, su pesar, su malestar por la gestión llevada a cabo por el consejo de administración del club. Nada se jugaba ya en Carranza –donde el Cádiz goleaba sin despeinarse a un Numancia plagado de canteranos y suplentes- y era lógico que se aprovechara el momento para que la hinchada se desahogara, descargara todo lo que llevaba dentro en un año que debía ser de ensueño y ha acabado en pesadilla. El año del retorno a Segunda ha acabado como peor podía hacerlo, descendiendo a Segunda B: un viaje de ida y vuelta. Dicen que la vida es un intervalo entre dos nadas y eso ha sido esta travesía por el fútbol de plata para el Cádiz Club de Fútbol: un triste intervalo entre la nada de Segunda B.
La afición se quejaba y no le faltan motivos ni razones para ello. Fue duro reponerse y recuperar la ilusión después del batacazo del Rico Pérez y ahora se regresa al infierno del fútbol de bronce. Ha pasado de jugar ante el Celta de Vigo, la Real Sociedad, el Hércules o el Betis a jugar la próxima temporada contra el San Roque Lepe, Estepona, Melilla o Betis B. Una hinchada tan maravillosa como la cadista se ha sentido maltratada este año, pues considera que la directiva no ha hecho el esfuerzo necesario para mantener la categoría. Con motivo del Centenario, a muchos se les llenaba la boca indicando que la plantilla amarilla era una de las más caras de la categoría y que el devenir del club en Segunda iba a ser bastante más tranquilo. Todo falló desde la pretemporada, cuando se confeccionó, con muchas dudas, un plantel que no era de garantías para jugar en Segunda División, de entrada, porque muchos de sus integrantes eran debutantes en la categoría.
Incapaz de asumir responsabilidades, desde la directiva se puso al técnico Javi Gracia a los pies de los caballos y se le cesó de su cargo de manera fulminante. Hacía falta una reacción, un revulsivo. Era cierto, pero no sólo hacía falta eso. El equipo tenía muchas carencias, multitud de agujeros por cubrirse y no se trabajó para ello en el mercado invernal. Se fichó a un jugador balcánico desconocido y a una joven promesa uruguaya que era eso, sólo una joven promesa. Ningún jugador experimentado, batallador, que supiera desenvolverse en tan complicadas situaciones llegó en enero. Y así, se dio por cerrada la plantilla, como si nada.
Pese a todo el equipo respondió y en el tramo final de temporada realizó una remontada digna de elogio. No me atrevo a ponerle ni un solo pero a los integrantes de la plantilla del Cádiz. Pese a ser ellos los que saltan al terreno de juego, los que ganan, empatan o pierden, no considero oportuno acusarlos de pereza o dejadez. Se han dejado la piel por el objetivo, han luchado como jabatos y al final han muerto en la orilla. Han dado todo lo que tenían. Y no han logrado la permanencia porque nada más tenían que aportar. Tampoco se puede reprochar nada al tándem Espárrago-Soler. Han trabajado con gran profesionalidad y han conseguido sacarle un gran rendimiento a este grupo. Y no han conseguido sacarle más rendimiento porque esta plantilla no daba para más.
El partido contra el Numancia era la crónica de una muerte anunciada. Quizás se presentía algo desde la confección de la plantilla, desde que se entró por vez primera en puestos de descenso en Navidad, desde que acabó el mercado de fichajes de invierno, desde el partido en el Nuevo Colombino, desde Huesca. La temporada, además de las carencias del equipo, ha sido muy desafortunada: se han empatado partidos que claramente deberían haberse ganado –en Carranza ante el Villarreal B o ante el Hércules- y se han perdido partidos que, como poco, se deberían haber empatado –el partido contra el Recreativo de Huelva es el máximo exponente de esto- y así, es muy difícil mantener la categoría.
Por tanto, el manifiesto descontento de la afición estaba justificado. Poco después del partido la Junta Directiva del Cádiz dimitió, haciéndolo con ella Antonio Muñoz, que dejará de presidir la entidad. Una decisión comprensible, pues no tiene el empresario cordobés no tiene ni credibilidad ni el apoyo de la masa social cadista. Sin embargo, se trata de una decisión que no sirve de nada. El Cádiz seguirá siendo el mismo perro pero con diferente collar: Muñoz deja la presidencia, pero sigue teniendo la mayoría de las acciones del club. Por lo tanto, seguirá tomando decisiones importantes. Sin embargo, se trata de una decisión importante, pero insatisfactoria. Muñoz debe acatar responsabilidades –algo que no hizo durante el anterior descenso, cuando gracias al recurso de Kiko Femenía logró distraer la atención- y trabajar para que el equipo del año que viene sea de garantías.
Debe ser más dialogante y aceptar críticas. Y trabajar. Trabajar para que la estancia en Segunda B sea lo más corta posible. Para que el cadismo, que no lo merece, vuelva al lugar que le corresponde. En el futuro del Cádiz hay, en estos momentos, más nubes que claros. Toca reflexionar y trabajar para que las nubes que impiden vislumbrar el horizonte se disipen.
Extraido del blog Cadistas finos, la foto corresponde a un lance del partido.
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