jueves, 17 de diciembre de 2009

Ingleses en el Mundial ´82

Por lo que hablo con la peña que regularmente sigue el blog, tengo tres tipos de lectores: los enfermos con el rollo italiano, los enfermos con el tema inglés y los enfermos de la grada en general. Para los últimos dos pérfiles tengo buenas noticias, los que esten siguiendo la historia de "Capital City Service" pueden estar tranquilos. Sólo quedan dos entregas y las acabaré por dar forma entre esta semana y la que viene para poder ser publicadas. Pero mientras tanto, me encuentro absorto leyendo "30 years of hurt" de los señores Cass Pennant (West Ham) y Andy Nicholls (Everton), publicado en el 2007. Este libro trata sobre la manera en la que los hooligans ingleses han seguido a su selección en los últimos 30 años y, claro coño, también hay un capítulo dedicado al Mundial ´82 con el folklórico nombre de "Viva España". Como me parece curioso el tema, nunca antes ha sido publicado algo similar en castellano y siempre hemos sentido curiosidad por como se lo montaron los ingleses aquí, pues pasó a transcribir el capítulo integro, eso si, con mis peculiares traducciones inglés-castellano. y advirtiéndo antes de que los ingleses son muy dados a fantasmear y a las soplapolleces patrioteras. Espero que lo disfrutéis. Y ojito, que el tema es largo de pelotas y cuenta con la participación de 5 tios diferentes.
ESPAÑA´82
Cuando Gerd Muller metió el balón en la red superando a un desafortunado Peter Bonetti el 14 de Junio de 1970, terminaba el reinado de Inglaterra como campeona del mundo, pocos adivinaron que pasarían hasta 12 años para volver a ver a nuestra selección en el más prestigioso torneo futbolístico internacional. Y, después de una desilusionante campaña de clasificación, en la que los hombres de Ron Greenwooed pudieron pasar sin pena ni gloria ante naciones como Hungría, Noruega, Rumania y Suiza, los animos del país no estaban exactamente cargados de optimismo cuando la selección y los seguidores se embarcaron en la fase final. Carl Spiers, un seguidor del Oldham, fue uno de los miles de seguidores que dejaron el trabajo, invirtieron un poco de dinero, cogieron un par de pantalones y salieron del país para saborear en primera persona el gusto por la Copa del mundo de fútbol.
CARL, OLDHAM
 Tres chicos de Oldham habiamos dormido en el ferry "Pride of Bilbao", que partia de Plymouth y llegaba a Santander, en la España del norte. En aquellos días, cualquier pequeño grupo de chavales estaba mejor en una tasca que en manos de la British Railways, así llegamos a Plymouth el domingo por la tarde después de haber iniciado viaje en Oldham...a primera hora de la mañana. El último tramo, cerca del area de servicio de Hilton, nos cruzamos con 20 fans del Bury, borrachos pero amigables que se habían "agenciado" un mini-bus. Sólo lo cogieron por un día, pero podía imaginarme al propietario llamando el lunes por la mañana a la policia, y esta diciéndole que su mini-bus se encontraba en la entrada del puerto. Sin preocuparse de como el vehículo retornaría a Bury, el conductor simplemente se metió, arrancó el motor, nos metio a todos dentro y nos dirigimos a Plymouth. Recordaré toda mi vida la tarde antes de salir para España; para hablar más claramente, no tenían un puto duro. Mi sueldo era ridículo y, después de haberme pagado el viaje, mis finanzas estabane en números rojos. Así que la noche antes de salir a Plymouth tuve que llamar a la chica con la que salía por entonces y pedirle un poco de pasta. Ella me dió más de lo esperado con la única condición de que la telefoneara cada día para ver como me encontraba. ¡Incluso al día siguiente por la mañana me acompañó a la parada del autobus! Naturalmente no la llame nunca más y aquella fue la última vez que la vi, un verdadero pecado porque era buena tia y estaba buena, pero el fútbol es el fútbol...No estoy muy orgulloso de lo que hice, pero las tres semanas y media que me pasé en España fueron las mejores de mi vida y, creo, mereció la pena. En Oldham, en aquella época, había un montón de chicas guapas, pero claro, también sólo había una Copa del Mundo. La noche antes de coger el ferry dormí, junto a otros 12 muchachos en un Bed & Breakfast económico, y al día siguiente, a eso de las 6:30 de la mañana nos fuimos directamente a la carretera para coger el barco. Sinceramente las pintas que llevábamos eran de cualquier manera algo que los jóvenes casuals de hoy todos maqueados con sus "Stone Island" hubieran deplorado. Pero en aquellos días era la norma, la nómina era para cerveza y putas, no para pijos mierdosos con sus i-pods y sus moderneces. Salimos del ferry a las 8 de la mañana, eramos como 2000 notas a bordo, y fue el tema tan imponente que hasta la prensa nacional vino a fotografiarnos a la salida, aunque a algunos fotógrafos no les gustó mucho nuestra despedida, mientras algunos saludaban eufóricos por la salida, otros les enseñaban sus impolutos culos blancos. Al día siguiente de salir de viaje, el "The Sun" abría su portada con el siguiente titular: "Los Bootboys de la Thatcher se van a España".

 Gran Bretaña estaba en guerra con Argentina desde hacía unas semanas y muchos españoles apoyaban a los argentinos que querían expulsar a los ingleses de las islas Malvinas. Nos sentiamos como soldados que iban a la guerra. Un tipo que conocía me dijo que el Gobierno estaba preocupado por si la liábamos y la mala prensa internacional que aquello generaría al país. La escena de la nave partiendo del puerto fue increiblemente patriótica, y todavía se me ponen los vellos como escarpías al recordarlo. Me apoye en una barandilla y observé a los 2000 tios que se encontraban "posando" delante de la prensa. Había centerares de pancartas y de bufandas anudadas por todos los rincones del barco, una vista, sin duda, magnífica. Después, como un sólo hombre, el puente enteró comenzó a entonar una canción, la más bella canción para iniciar una copa del Mundo (En castellano sería algo así como "Esta vez, más que cualquier otra ocasión, esta vez/encontraremos un modo, encontraremos un modo para que todo vaya bien, esta vez/estamos todos juntos...somos los 22 del Ron/Siente el grito del rojo, el blanco y el azul").
 Todo el puente estaba botando y en aquel momento comprendí que era imposible que se hundiera. Si 2000 tios no eran capaces de hudirlo, no lo haría ningún misil argentino vagamente perdido por el mar.
 A bordo, mientras tanto, los animos comenzaron a calentarse, el bar abría a media mañana y a eso de las cinco estaba completamente vacio. Y comenzaron los canticos contra los equipos rivales. Sobre las ocho de la tarde, un seguidor del West Ham cogió un micrófono y dijo que cada tio de una ciudad distinta tenía que subir y cantar una canción para su equipo (quizás fuera esta la versión primitiva del karaoke actual), yo mismo subi y canté una canción anti-Bolton, porque por aquel entonces eran los rivales más odiados del Oldham. Aquello fue más gracias al alcohol que a los cojones, porque en el momento de mi "actuación" había delante mia 1000 seguidores borrachos, de los cuales sólo 3 eramos de Oldham y 80 del Wanderers. Recibí serios insultos de la Firm de Bolton, pero el resto del público me tributó un sonoro aplauso, mis colegas se bajaron al casino de la planta de abajo y mi maestro de ceremonías cockney me preguntaba que coño había cantado.

 De repente, una representación de los chicos de Bolton se subió al escenario y cantó "Nosotros odiamos a los cockneys". Justo en aquel entonces subieron también gente del Chelsea, West Ham y Spurs y se lió parda: los Stewards que venían en el barco tardaron 10 minutos en cortar la pelea. Algunos norteños se pusieron a ayudar a los de Bolton, pero la situación estaba complicada, aquello estuvo a punto de joder el buen rollo, pero a la hora ya nos encontrábamos todos de nuevo cantando juntos. Otro recuerdo de aquel viaje fue ver a una multitud de ingleses potando por las barandillas del barco. El viaje atravesó el Golfo de Biscaglia, sobre la costa francesa, y se hizo muy largo, pero de allí nacieron amistades que durarían toda la vida.
Continuará...

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