viernes, 18 de diciembre de 2009

Ingleses en el Mundial ´82 (segunda parte)

 Después de una noche de insomnio debido tanto a las peleas de poca monta que se entablaron como a tener que mantener un ojo abierto para controlar toda tu ropa, nos plantamos en las 6:30 de la mañana. Fue fantástico ver al gran Bobby Moore picar un poco de comida. En aquel tiempo, también los grandes ex-jugadores que trabajaban para la prensa viajaban en segunda clase. Cuando el ferry atracó en Santander, se produjeron algunas escaramuzas entre algunos chicos de equipos distintos y hubo momentos de tensión, acrecentados por el hecho de que allí estabamos siendo vigilados por los ojos malignos de la policia española, que esperaban sólo una excusa para liarse a porrazos a discrección. El mensaje que se extendió a bordo era el mismo que, todavía hoy, pasa siempre que los muchachos siguen a la selección: "Ir al bar más cercano a la estación de tren". Sea la ciudad que sea en donde se juega el partido, este es el punto de encuentro, y Bilbao, que apenas distaba unas 20 millas, no era una excepción. Nos cambiamos velozmente los pantalones por unos shorts improvisados que, sin distinción de estilos y colores, adivinaban que nuestras piernas no habían visto mucho la luz desde que nos tocaba ir a hacer deporte en el colegio.
 Muchos nos despedimos allí, con la promesa de reecontrarnos en Bilbao. Yo tuve un golpe de fortuna, porque gente del West Ham me consiguió un billete. Eran del núcleo duro de los hammers, y cuando les dije que no podría pagárselo porque no tenía un duro, me dieron 20 libras esterlinas, verdaremente un gesto de amigos, no como los impostores de mierda del Chelsea.
 Cuando llegamos al sitio, una hora después, estábamos un centenar de ingleses dando vueltas, incluidos una treintena de chicos del Oldham que habían llegado en tren, atravesando Francia. Faltaban dos días para el partido y la ciudad se encontraba en plena ebullición, lo que pasa es que yo perdí a mis dos colegas de viaje, pero a cambio encontré a los dos psicópatas de Pompey, Billie y Jackie. Estuvimos los dos días siguientes, rapiñando lo que pudimos de bar en bar, robando lo que pudimos y cosas así, durmiendo a la puerta de las tiendas o en cualquier lugar donde no hubiera muchos meados o mucha mierda -si, era decadente y no muy higiénico, pero el area acondicionada, al menos, era gratis-.
 El miércoles, fuera del estadio del Athletic de Bilbao me re-encontré con mis amigos, que me dieron una entrada para ver a los nuestros ganar a Francia por 3-1; Bryan Robson marcó el gol más veloz de toda la historia de la Copa del Mundo. La división entre las dos hinchadas todavía no existía, visto que miles de ingleses habían comprado su entrada en la reventa en las localidades donde, supuestamente, debía haber sólo franceses. Franceses e ingleses se mezclaron y sólo hubo algunos problemas en el gol de Francia, pero en general se dejó la violencia aparcada aquel día.
 Fuera del estadio, el discurso cambió y se vieron algunos "encuentros" muy dramáticos entre mobs rivales provenientes de varias partes de Inglaterra. Los del Chelsea, que desplegaron una mob imponente, atacaron a los supporters de cualquier equipo proveniente del norte pero, desafortunadamente, los norteños no reaccionaron y para quien no pudiera hablar con un acento medianamente del sur, en plan disimulo, hubo bastantes problemas. Me mosqueó aquello, allí estábamos para ver a la selección, pero comprendí que era la norma y que a los del Chelsea y a los del West Ham les gustaba ajustar cuentas personales, aunque fuera para agredir a nuestros propios seguidores.
 Para el partido siguiente cogimos todos el autobus para Bilbao, y yo me encontré con otros cuatro lads del Oldham antes del partido. No teníamos entrada y finalmente pudimos arrebatar (N.del Blog: Se supone que compradas a un precio más barato) algunas entradas a otros seguidores que se encontraban en plena borrachera. Visto que jugábamos contra Checoslovaquia, la probabilidad de desórdenes era cercana a cero, excepción hecha de los problemas que hubiera entre las mobs británicas.
 Ganamos el partido por 2-0 y decidí quedarme con mis amigos, que habían alquilado un apartamento en Bilbao. Después de haber conseguido las entradas no teníamos un penique, pero Willis, uno de los chicos, me debía un favor enorme porque meses antes había mentido para sacarle de un asunto muy serio, el me dijo que podía pedirle la devolución del favor cuando quisiera, y creo que había llegado el momento.
 Bilbao era una ciudad fantástica y vibrante; el apartamento tan sólo estaba a cinco minutos del famoso barrio de las luces rojas (sic), una calle grande y llena de peña que se extendía más allá de una colina. Cada tres pasos te encontrabas a alguna señorita mostrando su mercancia (.....Nota del Blog: aquí se tira dos páginas más hablando sobre sus relaciones con las putas de Bilbao, pero cero de fútbol, así que mejor nos saltamos esta parte, ¿no?...).
 Me sentía sucio y vagabundo por Bilbao, hasta que noté mucha agitación fuera de un bar donde se agolpaba la gente para ver la televisión en su interior. Me acerqué por curiosidad y pude comprobar lo que estaba sucediendo cuando vi a Maggie Thatcher, nuestra líder y heroina, anunciar al mundo que Argentina se retiraba y que Gran Bretaña había vencido otra guerra. En pocos instantes, centenares de ingleses se echaron a la calle y a las fuentes de Bilbao para festejarlo. Cantábamos "¡¡¡hemos vencido la guerra!!!" y los locales se unieron a la maravillosa fiesta que estábamos celebrando; los vascos odiaban a los españoles, que a su vez apoyaban a los argentinos, y en el bar ofrecieron cerveza gratis para todos los ingleses, en una  maravillosa noche que siempre llevaré en el corazón.
...Continuará

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