viernes, 16 de octubre de 2009

El fútbol suaviza las tensiones entre turcos y armenios

No se juegan nada sobre el terreno de juego. Pero el Turquía-Armenia de esta noche en la ciudad otomana de Bursa traspasa los límites de lo deportivo para erigirse en juez y parte de una disputa histórica que ha enfrentado en el ámbito político a sendos países durante los últimos 70 años.
Las secuelas dejadas por el genocidio de armenios a manos del ejército turco en 1915, nunca reconocido por el gobierno de Ankara, y las tensiones suscitadas entre ambas naciones a principios de los 90 por causa de la guerra emprendida por Armenia contra Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj, un enclave ex soviético poblado en su mayoría por ciudadanos armenios, alimentaron una enemistad que ha mantenido cerradas a cal y canto sus fronteras desde que las tropas rusas levantaran a fines de los años 40 del siglo pasado el tristemente famoso Telón de Acero, que separaba dos estilos de vida marcados por sendos prismas socio-políticos diametralmente opuestos: capitalismo Vs. comunismo.
Pero la 'redonda' se convirtió, desde fines de 2008, en el más eficaz embajador de paz aprovechando el doble duelo de los seleccionados otomanos y armenios por la fase de clasificación mundialista, curiosamente formando parte del mismo grupo que la Roja de Vicente del Bosque.
Los reiteradas fracasos en las innumerables negociaciones para resolver la disputa entre ambos países y el anhelo por establecer unas relaciones diplomáticas inexistentes desde que Armenia se independizara de la antigua Unión Soviética en 1991, fueron el motor de impulsión del deporte rey, que una vez más, como ya sucediera en Viafra, las Islas Salomón y hasta en Palestina, no ha parado hasta conseguir que Armenia y Turquía superaran sus viejas rencillas para caminar juntos por la senda del diálogo y la paz.
El fútbol, la mejor excusa
El primero de esos encuentros de fútbol fue la excusa perfecta para que el presidente armenio, Serzh Sargsyan, invitara en septiembre del año pasado a su homólogo turco, Abdulá Gul, a visitar la capital, Yerevan, para ver en directo el duelo entre los todavía irreconciliables enemigos en el plano político. Gul aceptó de buen grado la invitación y, tras presenciar el choque en las gradas del estadio nacional armenio, devolvió el gesto a su homólogo para el duelo de vuelta.
Ese día ha llegado y Sargsyan estará hoy en el palco de honor del estadio de Bursa para cerrar el círculo de la renovada amistad entre armenios y turcos, rubricada el pasado sábado con la firma histórica de un acuerdo que, una vez ratificado por los parlamentos de los dos países, permitirá el establecimiento de relaciones diplomáticas y la apertura del paso fronterizo de Margara, donde desde tiempo inmemorial tropas rusas y turcas se observan mutuamente apostadas en las torres de vigilancia situadas a ambos márgenes del río Arak. Un mundo de otra época que, al fin, se acaba.
Publicado en MARCA, 14/10/2009

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