martes, 19 de febrero de 2013

El binomio fútbol-televisión se asoma al abismo

EL matrimonio continuará, pero las condiciones serán diferentes y las relaciones futuras entre los contrayentes se antojan menos febriles y pasionales. Es lo que aguarda en el horizonte a la unión entre el fútbol y la televisión, a su historia de amor, ajada por el paso del tiempo, la saturación generada por el producto y por la zozobra económica que le sobreviene al deporte rey porque las tenedoras de los derechos de emisión no son capaces de rentabilizar con el pago de sus abonados, en claro retroceso, una industria deficitaria desde los tacos de salida. "Compra un argentino por lo que vale y véndelo por lo que dice que vale". Si cambian el sujeto, la frase describe la falacia del fútbol como negocio inagotable, una idea que se trasladó repetidamente durante años como dogma de fe. Pedro Tomás, expresidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), vaticinó vida eterna para el frenesí entre la televisión y el balompié, como si se tratara de un vínculo sagrado ajeno al oleaje de las leyes del mercado. El anuncio que acompañó a la burbuja inmobiliaria era el mismo. Cambien el sujeto. "El fútbol es un sector en crecimiento continuo, y en España hay 18 millones de personas que se declaran seguidoras diarias de este deporte. Las televisiones se equivocarán si rompen su matrimonio con el fútbol".
Tal vez no se rompa la vajilla entre Onassis y la Callas, pero cambiarán las reglas de convivencia y cohabitación. Se antoja la única salida posible comprobado el estado de cuentas de las empresas que sostienen el espinazo de los clubes de fútbol, que sujetan el presupuesto a duras penas gracias al dinero que ingresan de las televisiones. Sucede que a las compañías audiovisuales se les agolpan los números rojos y necesitan rebajar su aportación para continuar respirando. Es lo que se desprendería del movimiento iniciado por PRISA TV, que pretende renegociar a la baja, se habla de hasta un 20%, los contratos que mantiene con la mitad de equipos de Primera ante la imposibilidad de cumplirlos al pie de la letra. Marca TV, el canal que emite el partido en abierto adquirido a Mediapro, la otra plataforma con derechos en el fútbol, podría poner fin a su andadura el próximo julio ante la imposibilidad de rentabilizar el fútbol, absolutamente deficitario para las televisiones.
De hecho, Mediapro, matriz de Gol TV, acumula una deuda que se calcula en 1.000 millones de euros. A PRISA TV los números también le niegan. El operador televisivo debe afrontar el pago de 755 millones de euros por los contratos suscritos con los clubes. En esa cantidad se recoge la pantagruélica indemnización que pagó a Mediapro para recuperar los derechos. El retorno de la inversión es imposible, menos si cabe en la actual coyuntura económica y de ahí que desde los tenedores de los derechos se proponga una rebaja sensible. El número de abonados no llega a las cifras necesarias, (se encuentra en clara recesión) y sumando la reventa de derechos de la competición al extranjero así como la publicidad no alcanza para oxigenar unas cantidades desorbitadas. El fútbol español no vale lo que cuesta.
La guerra por los derechos del fútbol está en el origen del ruinoso negocio. Mediapro rompió el mercado cuando se hizo con los derechos del Barcelona y del Real Madrid, que reciben más de 140 millones de euros por curso. Nadie en el mundo paga tanto en las principales competiciones europeas a un equipo por poder ofrecer sus partidos. Menos aún a dos equipos. Esa fractura abrió la sima del terremoto que zarandea al fútbol español, que se retuerce en medio de una falla. "La liga española no crece, crece solo en dos clubes, el Barça y el Madrid, los demás están exactamente igual que hace cinco años. El fútbol español se está muriendo. Creo que le quedan unos cinco años, y los estadios me están dando la razón. El fútbol español no tiene gancho", advierte José María Gay de Liébana, autor del informe anual que radiografía la salud del fútbol español. Para el profesor de economía de la Universitat de Barcelona, "todos los clubes profesionales del fútbol español salvo Real Madrid, Barcelona y, quizá, el Athletic tienen riesgo de desaparecer como consecuencia de un modelo futbolístico en el que los gastos de explotación superan a los ingresos".
NÚMEROS INDISCUTIBLES Las afirmaciones de Liébana las refuerza la solidez de los números, insobornables e incorruptibles salvo para los ingenieros financieros. El retrato de la España futbolística es el de una competición, la archiconocida Liga de la Estrellas, en decadencia, con unos ingresos de 1.669 millones de euros frente a los 1.830 que se gastan. El déficit estructural no solo empuja a la Liga, también está instalado en otros torneos, pero la particularidad del campeonato español se encuentra en el desigual reparto de los derechos, un socavón sin parangón en el resto de grandes ligas. "En España, los ingresos por derechos de televisión suponen el 38% de lo que entra globalmente en las arcas de los clubes", refleja el informe de Gay de Liébana.
En la Premier League, el torneo con mayor impacto y mejor venta internacional, el Manchester United, su equipo más reconocible, ingresa un 13,1% del total, mientras que en España, el Real Madrid, con el 25,2%, y el Barcelona, con el 24,1, suman casi la mitad del presupuesto destinado por las televisiones, muy por delante del Valencia, tercero con el 6,5%, según los datos de la Liga 2010-2011. "Que el Valencia, tercero de la Liga, ingrese menos que el Wigan, que estuvo a punto de bajar en Inglaterra, demuestra que el reparto de los derechos de televisión es tan determinante como absolutamente irracional", reflexiona Gay de Liébana sobre el reparto de la tarta.
Esas monstruosas macroeconómicas impulsan otro fenómeno: el ansia de los clubes por competir a cualquier precio ante los transatlánticos de la Liga ha conducido a muchos equipos a endeudarse hasta atravesar el límite de lo racional. Los presidentes, empujados por los aficionados, más que por el sentido común, arrastraron a sus clubes corriente abajo. Era lo más sencillo, no lo mejor. "Si digo que no tendremos deudas, pero bajamos, me matan", se escucha en los corrillos del fútbol como refrendo del pan para hoy y hambre para mañana que ha nutrido el vientre del modelo español.
Ese pensamiento de nuevo rico ha regulado durante los años dorados la vida de los clubes, que con el maná de la televisión, inagotable en otro tiempo, no repararon en gastos en una loca escalada por el zoco del fútbol, con una tendencia inequívoca hacia la hiperinflación; a pagar plomo a precio de oro. Nadie reparó en gastos y cuando se acabó el efectivo, florecieron los créditos, después las ampliaciones de capital y luego las deudas, con principio y sin fin. Todo desmedido, extravagante, excesivo hasta tal punto que la Generalitat de Valencia es quien paga las deudas contraídas por el Valencia, Hércules y Elche al avalar sus créditos. Generalitat Fútbol Club.
En el mundo del fútbol, un microcosmos sumamente singular y alejado de la realidad, siempre se pensó que si no aparecía el bote salvavidas de los poderes públicos, la ley se adaptaría a sus necesidades. La Ley Concursal validó los desmanes contables de numerosos clubes. En ese puerto refugio, las entidades pudieron evitar la quiebra, empequeñeciendo hasta la mitad la deuda de sus acreedores, después del proceso regido por un administrador concursal que fiscalizaba las cuentas. Aquello, para los morosos, fue un champán para todos.
EL MODELO ALEMÁN El endeudamiento, sin embargo, es imposible de encauzar salvo que se apueste decididamente por un modelo riguroso con las finanzas a imagen y semejanza del exitoso fútbol alemán. La Bundesliga prioriza las cuentas saneadas de los clubes, su equilibrio contable, una menor dependencia de los ingresos televisivos y un reparto más equitativo de los mismos para vender el producto como un todo. Nada que ver con España, donde los impagos de los clubes a la Hacienda y la Seguridad Social resultan escandalosos. Los equipos de la máxima categoría del fútbol español deben a Hacienda 489 millones de euros según comunicó el Gobierno. En total, la deuda con la Agencia Tributaria se sitúa en unos 750 millones de euros, lo que supone un aumento de 150 millones en los últimos cuatro años. A ello habría que sumarle, entre otras cosas, la deuda con la Seguridad Social, que alcanza los 10,5 millones. Aunque aplastado por la morosidad, el fútbol español se ha mantenido impermeable en su burbuja, refractario a las demandas de la lógica y más preocupado de un fuera de juego que de tratar de dar una solución a su absoluta falta de liquidez.
Si el modelo de negocio se antoja deficitario estructuralmente de la manera que se conoce hasta el momento, los rectores del fútbol tampoco han manejado desde la excelencia a la hora de mimar el producto, muy al contrario. La bipolarización del torneo, desde lo crematístico a lo competitivo, ha alumbrado un torneo carente de emoción para el aficionado que no ondea la bandera del Madrid o la bufanda del Barça. "Esta Liga, con su actual estructura, no es vendible. Lo único que puede vender es el Real Madrid o el Barcelona, pero no la competición de forma conjunta", subraya Gay de Liébana. Restringido el acceso a la vitrina, el torneo es una sucesión de clásicos que por repetidos, cada vez tienen menos eco. Es más, durante el presente curso ni Barça ni Madrid son recibidos por carteles de No hay billetes en los campos que visitan.
El precio de las entradas de la Liga, las más caras en comparación con las del resto de los torneos más importantes, tampoco contribuye a mejorar la situación. Los aficionados se baten en retirada. El bajón de asistencia en los graderíos es notable. Algunos campos son desiertos. Al abusivo precio de los tiques, se le debe añadir el efecto pernicioso causado por los horarios de cada jornada, un galimatías. Los duelos ligueros se inician en la noche del viernes y concluyen en la medianoche del lunes, otro elemento distorsionador para el aficionado. El fútbol está en todas y cada una de las franjas horarias para que televisivamente no se solapen los partidos y de este modo vendérselos a los abonados de las plataformas audiovisuales. Esto está produciendo un empacho notable. Los expertos que analizan la Liga sostienen que es imprescindible voltear el actual corpus futbolístico, establecer otro reglamento, otra forma de actuar donde se imponga el rigor económico como clave de bóveda y elemento tractor de un fútbol que se está "muriendo por su mala gestión económica". Mientras los clubes acumulan deudas, los futbolistas conducen Ferraris camino del abismo.
ÉFICIT ESTRUCTURAL. El fútbol español ingresa 1.669 millones de euros pero sus gastos alcanzan los 1.830. La balanza económica es negativa y las deudas se acumulan anualmente. La principal causa de los gastos de los clubes son los salarios de los jugadores. Según Gay de Liébana, la mano de obra en el fútbol empobrece a los clubes.
RARIO PÚBLICO. La morosidad de los clubes españoles es astronómica. La padecen las arcas del Estado. La deuda con Hacienda alcanza los 750 millones de euros y se calcula que se deben 10,5 millones a la Seguridad Social. El Gobierno pretende tramitar una ley para regular el deporte profesional siguiendo el modelo financiero alemán, que apuesta por el equilibrio.
NIFICAR. Una de las soluciones que se propone para rentabilizar el fútbol español pasa por vender los derechos televisivos de manera conjunta al igual que ocurre en las principales ligas y no con el sistema actual donde Barcelona y Madrid acaparan casi la mitad del dinero de la televisión. Con un reparto más equitativo, la Liga sería más competitiva y atractiva.
AMNIFICADOS. Una rebaja de los ingresos de televisión minará la economía de los clubes, que de cualquier manera no son los únicos que padecen la tenaza del sistema. Los aficionados, que pagan las entradas más caras entre los principales torneos y sufren la locura de horarios se están retirando de los campos. La afluencia, en declive.
USTERIDAD. Frente al actual escenario, se impone un mayor rigor económico como piedra filosofal de la competición. El fútbol deberá desprenderse de sueños inalcanzables y hacer pie en tierra firme para que el negocio no se colapse de forma abrupta. La UEFA también ha tomado medidas contra el despilfarro.

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